Ubicado en el límite entre la tierra y el mar, el proyecto se inserta en la escollera de este puerto en el norte de la isla de Mallorca como una prolongación de la propia línea de costa. La roca, protagonista natural del lugar, se utiliza como hilo conductor para fundir arquitectura y territorio.

El programa de esta escuela de vela se divide en tres cuerpos de marcada geometría, quedando todos ellos recogidos bajo la sombra de una generosa cubierta que recalca la horizontalidad del proyecto. Sendos cuerpos se envuelven en una fachada de hormigón ciclópeo creada in situ a partir de las rocas resultantes de la excavación, generando de esta manera una lectura continua con el entorno. La materialidad es, por tanto, la pieza clave en esta operación de integración paisajística que simboliza la geografía del lugar: la unión entre el mar y el puerto.